9.08.2007

La oncecita




De todas las comidas que tradicionalmente se realizan en Chile la que siempre más me ha gustado es la once.
A lo mejor recuerdo mi niñez y adolescencia en Chorrillos, cuando mi madre molía paltas, hervía tarros de leche condensada en la olla a vapor, cortaba queso y colocaba el jamón en la mesa, mientras grandes vasos de Cola Cao despedían ese aroma inconfundible que llamaba hipnóticamente al comedor.
Mis compañeros de curso eran adictos a estas once y siempre estiraban el chicle para quedarse y así poder, exactamente a las seis de la tarde, probar un queque o un kuchen que mi madre traía de sorpresa. Cuando mi padre llegaba del trabajo siempre subía las escaleras y murmuraba sobre lo caro que estaba la vida y la tropa que voluntariamente tenía que alimentar en su casa.
La hallulla caliente donde se puede derretir la margarina. El pan batido al que desde su miga le sale humito y recibe a la fresca palta con jamón son cosas que le ganan a cualquier bistec a lo pobre o mariscal crudo. En gustos no hay nada escrito, dijo una vieja y agarró a besos un chancho, decía mi abuelita y así es la cosa.
Ahora he descubierto en Valparaíso un lugar donde he podido recrear estas onces que mi madre me preparaba todos los días. Son tan ricas las cosas que preparan y el ambiente es tan relajante y tranquilo que dan ganas de quedarse a vivir ahí.
Se trata de Café con Letras, ubicado a un costado de los 14 asientos, en el cerro Concepción. Ellos ganaron el concurso "La Once Completa", que organizó el municipio porteño, y por tres lucas uno se manda un espumoso café con leche, un ave palta u otro sandwich a elección, sopaipillas pasadas o secas y un trozo de torta.
El lugar además funciona como librería y biblioteca. Hay revistas y diarios, cuentos infantiles, novelas y todo lo que se quiera leer. También hay juegos didácticos para los niños y he jugado las primeras partidas de un peculiar ajedrez con mi pequeño hijo.
Estoy visitando ese lugar casi todos los domingos. Empiezo a ponerme ansioso como a las 4 de la tarde y saco a la prole trotando de la casa camino al Café con Letras, mientras me imagino la taza humeante y mi ave palta en la mesa.
A lo mejor las cosas que están relacionadas con la felicidad en la vida son las que logran recordar ciertos aspectos de la niñez. Los olores, los sabores, las conversaciones y la sensación de retroceder en el tiempo y sentirse cómodo es una situación que pocas veces logra concretarse en la adultez y hay que aprovecharlas.

ajenjoverde@hotmail.com

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Agradesco el recuerdo de las ricas onces de su madre, son inolvidables para mi paladar, el queque de chocolate la palta y el rico cola-cao, como olvidar asi que me vere en la obligacion de asistir al lugar preciso para recordar viejos tiempos donde me alargaba para sol tomar once en Chorrillos 20-A
UN abrazo
JP

Anónimo dijo...

Portugal 20 A, al lado del doctor cineasta Aldo Francia.
Cuidado con el "Happy" al entrar a la casa.
A ver si despues de la once nos vamos a visitar a la guatona Meche...

sonita dijo...

buscando q queria decir "oncesita" me encuentro con este hermoso texto, de lo mas ilustrativo, creo q hasta senti el olor a cola cao...